domingo, 10 de mayo de 2009

Aviso importante

—Esto es serio. Por favor deja de bobear y escúchame —dijo ella y la sonrisa de Salvador, se desvaneció. Estaba consciente del diálogo venidero. Toda la noche intentó huir de él, pero la insistencia de Esperanza no dejaba resquicios de aire. Ahora ni las más simpáticas anécdotas, ni las canciones más románticas, evitarían la fractura. En el semblante de ambos los tímidos sentires no se desinhiben, el tenso instante parece doblar el tiempo, no así lo siente Salvador. Soñó, luchó, pero su pecado es anticiparse e intentar corregir el rumbo del barco sin timón. Hay pocas cosas capaces de sorprenderlo y ya puede escuchar las justificaciones de Esperanza. Puede anticipar el discurso, con las palabras precisas.


—Sé lo que me dirás. Lo he venido razonando desde hace tiempo. No puedo responderte nada, pero sí pedirte sólo una cosa —balbuceó Salvador. La mirada de ella tampoco exhibía desconcierto. Calló, sus ojos mutaron pasivos y él se enfrentó sin temor:


—No me lo digas hoy. Espera hasta mañana. Quiero llegar a mi casa y tomar el orgullo que escondí el mismo día que te conocí. Hoy no estoy preparado. Quizá jamás lo esté pero hoy, en definitiva, no es el momento.


—Quizá mañana sea demasiado tarde —dijo ella.


—No lo sé, pero hoy diría palabras ingratas.


—Sólo me demuestras tu cobardía.


—Nunca he dicho ser muy valiente —respondió Salvador y bajó la cabeza—. Cuando todavía éramos amigos te confesé mi temor ante las relaciones. Quise que esto fuera diferente, pero no pude… siempre termino en lo mismo… Te fallé…


—No lo hiciste. La culpa es de ambos por suponer que las cosas pueden cambiar.


— ¿Puedes esperar hasta mañana? Quiero ver al sol salir y disculparme por mis errores. Sólo entonces, podré escucharte.


— ¿Para qué postergar el suplicio? Con lo que hoy me dices, ya no podré decir nada mañana. ¿O es que quieres recurrir a una mejor táctica para escapar de nuevo?


—No.


— ¿Entonces? —preguntó ella un poco desesperada.


—Necesito serenarme, para escucharte y que ninguno de los dos salga más herido. Espero poder seguir siendo tu amigo.


— ¿Lo ves?, ya estamos siendo sinceros.


—Por favor, espera a mañana… La relación inició por ti, y también sé que tiene que terminar por tu culpa… No quiero reprochar nada pero todo ha sido a tu modo, espero poder controlar esto por lo menos.


—Es inútil, ya nos hemos dicho lo suficiente.


—¿Nos volveremos a ver algún día? —preguntó Salvador.


—Es mejor que no, por el bien de los dos.


— ¿Y si nos encontramos de nuevo?


—No podré verte a los ojos sin sentir impotencia —respondió Esperanza.


—Yo tampoco —dijo él.


—No hay nada que reprochar. Te agradezco tu tiempo, y tus intentos, pero no son suficientes para mí.


— ¿Hay algo que pueda hacer para remediarlo?


—No… El amor es un líquido que fluye entre dos corazones, entre dos almas. Aquí no sucedió así —dijo ella como para sí misma.


—Lo lamento. Te fallé.


—Yo también, pero no te preocupes, lo intentamos.


—Ya no hay más que decir. Despidámonos antes de lastimarnos más —concluyó Salvador.


—Hasta nunca.


—Adiós.


Un alma rota y un espíritu decaído. Ambos avanzan lerdos, en sentidos contrarios. El final de la calle es oscuro. Ya se iluminará cuando lleguen a él.


El llanto lo embarga, la humedad en las mejillas la invaden. Él teme levantar la mirada, ella dirige su frente al cielo. El orgullo va delante de Esperanza, la incertidumbre frente a Salvador. Uno llora el final de una relación que lo desenterró de la miseria, y la otra sufre un desengaño. El primero maldice la suerte, la última a su antiguo compañero. Los estragos de la relación fueron: un hombre creyéndose un juguete sólo por anticiparse a diálogos inexistentes; una mujer ya sin ilusión de encontrar a un hombre, al cual poderle decir sin ser interrumpida: Te amo.

2 comentarios:

  1. prrt! las despedidas donde quedan rezagos, son las mas fuertes, y a veces el que te interrumpan el te amo, es mas fuerte que entender la muerte misma.
    Pero como tu dices, siempre, siempre, siempre volveremos a intentarlo! creo que vale la pena

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